Existen argumentos que han llevado a considerar la abeja como uno de los seres más importantes para la vida de la especie humana, sin embargo, muchos fallamos en reconocer su trascendental importancia. Son, entre muchas cosas, BIOINDICADORES de la sanidad de los territorios, su muerte, por lo tanto, no debería considerarse de menor importancia; debería encender todas las alarmas, no solo a nivel institucional, donde cada entidad actúa según sus competencias. Si no también a nivel poblacional, a nivel personal. Pues lo que se está comiendo, bebiendo o respirando puede estar contaminado. Si los efectos en las abejas son mortales, en las personas y en animales más grandes son acumulativos. Por eso conocer que mató a las abejas es de vital importancia para saber qué molécula está en el ambiente y cómo nos afecta.
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Se debe tener en cuenta que donde murieron las abejas, las mal llamadas COMERCIALES, también murieron otras abejas, las nativas. Los venenos no son selectivos a una sola especie de abeja.
La vigilancia de los riesgos sobre nuestras comunidades también nos corresponde a nosotros los apicultores, por tanto, denunciar ante las instituciones cada envenenamiento debe ser una obligación, recordemos que nuestras colmenas son BIOINDICADORES y además son nuestra familia. No permitamos que nuestros MUERTOS sean invisibles.
Los apicultores llevamos solicitando el registro de nuestras colmenas desde hace más de doce años, ahora que existe, entonces ya no queremos. El registro de apiarios en los territorios resulta una herramienta muy útil para las instituciones y sus funciones de seguimiento, control y vigilancia. Igualmente eficaz en la intención de fortalecer de manera integral la apicultura en Colombia como actividad económica y en últimas a nosotros los apicultores.
Tener información en tiempo real resulta fundamental en la toma de acciones correctivas y preventivas con relación a los problemas que afectan al gremio apicultor. ¿Por qué no pensar que una adecuada recolección de datos, y un análisis de los mismos, pudieran redundar en beneficios no solo para el gremio, sino, aún más trascendental e importante, en beneficios para la salud de las personas? ¿No son acaso nuestras abejas uno de los seres vivos más indispensables para el ser humano?.
Recordemos nuevamente que las abejas y polinizadores son BIOINDICADORES de la sanidad de los territorios, de la tierra. El registro de apiarios no es solo importante para la recolección de datos desafortunados de envenenamiento, sino que debe servir para generar proyectos acordes a las necesidades, fortalecer las investigaciones con relación a los servicios ecosistémicos prestados por las abejas y al cuidado de ellas garantizando un entorno saludable para el desarrollo de ellas y de los proyectos que sobre ellas giran.
La normatividad no es perfecta, pero para poder sugerir su cambio, se necesitan datos reales, se necesita del compromiso de todos, no solo en la denuncia de los envenenamientos. Debemos enseñar a nuestras comunidades a identificar la buena miel, la verdadera miel que sana. Es necesario reeducar la comunidad, las instituciones y a nosotros mismos.
La manera de desarrollarnos es hacernos visibles con organizaciones fortalecidas, identificar nuestros apiarios ante los ordenadores, continuar exigiendo la toma de acciones por parte de las instituciones ante las problemáticas del sector, modificar de ser preciso las normas y reglamentaciones. Se los debemos a ellas, a nuestras abejas, por las muertas y las vivas … Porque somos #AbejasVivas #PolinizandoFuturo
Escrito por:
Angela Patricia Rivera Camelo
Abdon Salazar